El Choque de Civilizaciones, una ficción necesaria…
Nicolás Mancini Copyright 2007
La “Globalización”, la “Unipolaridad”, el “Choque de Civilizaciones” y la “Brecha anti-globalización” entre otras, son representaciones generales que pretenden explicar y sintetizar la realidad mundial post-bipolaridad. Estas representaciones son muy amplias y presentan infinitas caras y perfiles de un proceso nuevo, difícil de observar.
El nuevo orden mundial deja ver sus principales pilares de sustento; la economía de mercado, los avances tecnológicos como fuente de progreso, la aplicación de formulas económicas análogas en realidades incomparables, el progreso acelerado y apertura de colosales nuevos mercados junto al ensanchamiento de la brecha en proporciones también. Los nuevos mercados mundiales en crecimiento abarcan todo el espectro, incluso regiones pertenecientes a la brecha anti-globalización, pero los efectos del crecimiento y la distribución del ingreso son proporcionalmente opuestos según se trate de regiones de
A toda esta realidad basada en el mercado libre, los avances tecnológicos y el crecimiento desproporcional se le suma la difusión de una idea clave, la del Choque de Civilizaciones y
Muchos encontramos a esta idea una farsa. La historia universal nos demuestra que la convivencia pacifica entre civilizaciones es la regla general. La historia nos demuestra que las guerras y los enfrentamientos son asuntos, casi por regla general, de intereses y cuestiones de poder. ¿Acaso el petróleo no es la piedra angular de los conflictos de Medio Oriente?
El fundamentalismo islámico como el católico, el judío y el fundamentalismo maradoniano, ha existido y existirá siempre; son convicciones intransigentes acerca de una aparente verdad absoluta que uno puede ver en todas las civilizaciones.
El Islam tiene sus años y siempre tubo sus seguidores mas o menos fanáticos, hoy el fundamentalista de la religión del Profeta Mahoma tiene su minuto de fama gracias a la funcionalidad de su existencia para los planes de occidente.
La amenaza del terrorismo de la que hoy en día se habla tanto está sobredimensionada de una forma tan extraordinaria como solo puede lograrse en el presente mundo de las comunicaciones. ¿Es tan grande la amenaza y el peligro que corren los ciudadanos libres de este mundo en manos de Osama Bin Laden? En términos comparativos, en la historia, mas personas del mundo occidental han muerto en manos de la mafia o en manos de la delincuencia callejera que en manos de terroristas venidos desde Medio Oriente. Ni que hablar del crecimiento exponencial de las personas que mueren de hambre fruto del nuevo orden de mercado libre.
El terrorismo es criminal y nos ha tocado de cerca a los argentinos de una manera que jamás olvidaremos, pero su popularidad y su desarrollo exponencial por todo el globo, no es mas que el resultado de su funcionalidad a los proyectos de occidente que necesita de un demonio anidado en la brecha para explicar el por qué del retraso y la miseria. Entonces, parecería que la lucha contra estos grupos es la forma de salvar a las regiones de
Así, mientras dure la ficción y la capacidad de los medios de comunicación de imponer dialécticas funcionales, el escenario global futuro sera el que dicten los intereses de un capitalismo poderoso e imbatible que por definición no tiene límites. Cada época y cada orden mundial tiene su ficción funcional, a esto también lo enseña la historia.
El futuro dependerá del rol de las regiones de la brecha y los que están en el limite y de su capacidad para responder a los embates del nuevo orden.
Padecería que Latinoamérica es parte de occidente: las ofertas de TLC y otros acuerdos de libre comercio inundan los países sudamericanos y no hay fundamentalismo, pero la pobreza sigue creciendo. El gran desafío es que toda la población comparta los beneficios que la elite obtuvo con la globalización. No se debe confundir el crecimiento económico estadístico (como vivimos desde hace unos pocos años en Argentina) con el aumento del bienestar del pueblo, o una mejora en la situación social. Los indicadores macroeconómicos pueden ser muy buenos al mismo tiempo que la situación social de población es negativa. Esta es la ficción que padecemos en nuestro país y es una de las tantas que hemos sufrido a lo largo de nuestra historia.
La formula aplicable parece ser el bienestar equitativo y la integración social tanto en nuestro país como en el resto de los países de la brecha anti-globalización pero no comulga con el frenético crecimiento del mercado capitalista de nuestros días.
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